martes, 20 de marzo de 2012

Norfolk


Me pareció que íbamos en dirección al centro de la ciudad, aunqueno podía estar segura. Estaba tratando de buscar un modo de cambiar detema cuando Tommy se me adelantó y dijo:
— ¿Sabes cuando antes hemos estado en Woolworth's? ¿Cuando hasido al fondo de la planta con los demás? Pues yo estaba intentandoencontrar algo.Algo para ti.
— ¿Un regalo?—Lo miré, sorprendida—. No creo que a Ruth lehubiera parecido bien lo que me estás diciendo. A menos que a ella lecompraras otro más grande.
— Una especie de regalo, sí. Lamentablemente, no lo he podidoencontrar.No era mi intención decírtelo, pero ahora, bueno, ahora tengo otraoportunidad de encontrarlo, aunque creo que tendrás que ayudarme. Nosoy muy bueno en las compras.

 — Tommy, ¿se puede saber de qué estás hablando? Quieres hacermeun regalo, y quieres que te ayude a escogerlo.
 — No. Sé lo que es. Sólo que...— Se echó a reír y se encogió dehombros— Oh, será mejor que te lo diga. En esos grandes almacenes había unexpositor con montones de discos y cintas. Así que he estado buscandoaquella que perdiste aquella vez. ¿Te acuerdas, Kath? Pero no he logradoacordarme de cuál era.
-¿Mi cinta? No tenía ni idea de que lo supieses, Tommy.
— Oh, sí. Ruth estuvo pidiéndole a todo el mundo que la ayudara aencontrarla, que estabas muy triste por haberla perdido. Así que laestuve buscando por todo Hailsham. No te lo dije entonces, pero lointenté con todas mis fuerzas. Pensé que había sitios donde yo podíamirar y tú no. Los dormitorios de los chicos, sitios así... Recuerdo que labusqué durante mucho tiempo, pero ya ves que no dio resultado.
   Miré a Tommy, y sentí que mi mal humor se esfumaba.
-Nunca lo supe, Tommy. Fue muy bonito de tu parte.
— Bueno, no sirvió de mucho. Y te aseguro que quería encontrarlapara que te pusieras contenta. Cuando al final me di cuenta de que no ibaa lograrlo, me dije a mí mismo que algún día iría a Norfolk y allí la encontraría.
— El rincón perdido de Inglaterra— dije, y miré a mi alrededor yañadí—:¡Estamos en él!
  Tommy miró también a su alrededor, y los dos nos paramos.Estábamos en otra calle lateral, no tan estrecha como la de la galería dearte. Durante un momento estuvimos mirando a un lado y a otro con aireteatral, y al cabo soltamos unas risitas.
— Así que no era ninguna idea tonta— dijo Tommy—. Woolworth's tienen cantidad de cintas, y he supuesto que tambiéntendrían la tuya. Pero no creo que la tuvieran.
— ¿No crees que la tuvieran? Oh, Tommy, quieres decir que nisiquiera has mirado como es debido...
— Claro que sí, Kath; sólo que, bueno, es horrible que no hayapodido acordarme del título. Tanto tiempo abriendo los arcones de los chicos y demás, allí en Hailsham, y no conseguir acordarme de cómo setitula... Era de Julie Bridges o algo así..
-Sí, es Judy Bridgewater. Canciones para después del crepúsculo.
 Tommy sacudió la cabeza con solemnidad.
-Entonces seguro que no la tenían.
 Me eché a reír y le di con el puño en un brazo. Tommy pareciódesconcertado, así que dije:
— Es normal que no tengan nada de eso en Woolworth's, Tommy. EnWoolworth's tienen los éxitos del momento. Judy Bridgewater es de hacesiglos.
Dio la casualidad de que apareció en uno de nuestros Saldos. ¡Peroen Woolworth's no vas a encontrarla, tonto!
— Bueno, ya te lo he dicho: no sé nada de ese tipo de cosas. Y tienentantas cintas...
— Sí, tienen unas cuantas, Tommy. Oh, no te preocupes. Ha sido undetalle precioso. Estoy emocionada. Era una gran idea. Estamos enNorfolk, después de todo.
 Echamos de nuevo a andar y Tommy dijo, en tono dubitativo:
— Bueno, por eso tenía que decírtelo. Quería sorprenderte, pero denada ha servido. No sabría dónde mirar, por mucho que ahora sepa eltítulo de la cinta. Pero ya que te lo he dicho, puedes ayudarme. Podemosbuscarla juntos.
— ¿De qué estás hablando, Tommy?
 Trataba de que sonara a reproche, pero no pude evitar reírme.
—Bueno, tenemos más de una hora. Es una oportunidad única.
— No seas tonto, Tommy. Te lo crees de verdad, ¿no es cierto? Lo del rincón de las cosas perdidas y demás...
— No necesariamente. Pero podemos mirar, ya que estamos aquí.Quiero decir que a ti te encantaría encontrarla, ¿no? ¿Tenemos algo queperder?
— De acuerdo. Eres un completo bobo, pero de acuerdo.
 Tommy abrió los brazos en un gesto de impotencia.
—Bien, ¿adonde vamos, Kath? Como te he dicho, no soy nada buenocomprando.
—Tenemos que mirar en tiendas de segunda mano—dije, después depensarlo un momento— . En esos sitios llenos de ropa vieja, de librosviejos. A veces suelen tener cajas llenas de discos y cintas.
— Muy bien. Pero ¿dónde están esas tiendas?

Cuando hoy pienso en aquel momento, allí en aquella pequeña callelateral con Tommy, a punto de emprender nuestra búsqueda, siento queuna calidez recorre mi interior. De pronto todo era perfecto: teníamosuna hora por delante, sin ninguna otra cosa mejor que hacer. Tuverealmente que contenerme para no echarme a reír como una tonta, oponerme a brincar en medio de la acera como una niña. No mucho tiempoatrás, cuando estuve cuidando a Tommy y saqué a colación nuestro viajea Norfolk, me dijo que había sentido exactamente lo mismo. El momentoen que decidimos ir en busca de la cinta perdida fue como si de prontotodas las nubes se hubieran despejado y no hubiera más que risa ydiversión ante nosotros.



"Nunca me abandones" de Kazou Ishiguro

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