Eternamente recordó Buck aquel cuadro terrible: el desgarrado cuerpo de Curly hecho pedazos y la gigantesca figura de Francisco erguida a su lado, blandiendo el hacha y lanzando horribles blasfemias.Tal era la ley de la vida.No había piedad ni misericordia.La derrota equivalía a la muerte.Buck comprendió que había que vencer a toda costa.
London, Jack; "La llamada de la selva"