martes, 20 de marzo de 2012

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Me entregaba a el porque en aquel momento era el único que podía lamer mis heridas.Lamerlas, hacer que volvieran a abrirse y después hacerlas que ardieran.Y luego volver a lamerlas.
Me decía que su cuerpo era exactamente tan grande como el profundo abismo que se había formado en el mio.Yo creía que su cuerpo, tendido sobre el mio, podía de improviso curar la herida ensangrentada que se habría mas cada día, un centímetro mas cada día.
Entonces yo dejaba que me amara y el dejaba amarlo.


"Tu aliento" de Melissa P.

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