jueves, 6 de septiembre de 2012

-


No dije nada. El silencio que nos unía llenaba diversos resquicios vacíos. Las diferentes aves marinas cruzaban chillando el cielo sin nubes, y en el café el camarero de siempre servía bebidas con cara somnolienta.
Myû reflexionó unos instantes con los labios firmemente apretados. Luego dijo:
—¿No me odias?
—¿Porque Sumire haya desaparecido?
—Sí.—¿Y por qué habría de odiarte?

—No lo sé. —En su voz se traslucía una especie de cansancio contenido durante largo tiempo—. Tengo la impresión de que no es sólo a Sumire a quien no volveré a ver. Que tampoco te veré a ti jamás. Por eso te lo pregunto.
—Claro que no te odio —respondí.
—Pero, en el futuro, vete a saber, ¿no es así?
—Yo no odio de ese modo a la gente.
Myû se quitó el sombrero, se arregló el flequillo, se lo volvió a poner. Me miró con ojos deslumbrados.
—Eso seguro que es porque no esperas nada de nadie —dijo.


Murakami, Haruki;"Sputnik, mi amor"

No hay comentarios: