miércoles, 7 de marzo de 2012

Miedo

Aquel día Marcus no pudo explicarme nada más. Se había acabadonuestro tiempo y los guardias le ordenaron que se pusiera en pie.
—La gente utiliza la palabra «miedo» con mucha alegría —me dijomientras le registraban para asegurarse de que no le había dado nada—.Los niños tienen miedo al hombre de! saco; las mujeres tienen miedo delos ratones; los hombres tienen miedo de su capataz. La gente tiene miedode que suban el precio del pan o estalle una guerra. Pero eso no es tenermiedo. Y para saber qué es el miedo no basta con haber oído hablar de él.

Marcus ya estaba en el pasillo. Los dos guardias lo escoltaban, cadauno le cogía de un codo. El seguía hablando. Aquel día habló hastadesaparecer por el corredor, tranquilamente, como una orquesta tocandoen un barco que se hunde. Mientras se alejaba aún acertó a decirme:
-Amgam gritaba «¡champán, champán, champán!», y cuando letapaba la boca supe que era la primera vez en mi vida que tenía miedo,miedo de verdad. ¿Me entiende, señor Thomson?


"Pandora en el Congo" de Albert Sánchez Piñol

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